sábado, 30 de enero de 2010
Secuencia II
Pincharon el mar por abajo. Ahora todo,¡todo!, el infante, el sonido, el color, el grito, la deshora, la máquina, ¡todo!, todo es abducido por su propia sinrazón, todo se marchita en una combustión de formas bastardas desapareciendo en bocas imaginarias, todo se traga por abismos irreales en una implosión de vientos; y en la nada misma, todo se procesa, se filtra y se reencuentra en un hilo de granito semistransparente que traduce en una línea viperina una extensión de sí: un bals espiralado y un saltito que marca el final “?”. La figura vibra en espasmos bajo mi vista mofándose de mi insignificancia, y yo, se lo permito porque la considero perfecta (y estúpida), porque para mí, Dios no es un titán de barbas blancas, y porque el panteísmo es cosa que aún no logro entender.
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He aquí mi comentario en forma de pseudo-haiku dialógico nacido de la filiación de su Secuencia preferida:
ResponderEliminarEn el trazo circular, infinito,
El observador atento vislumbra
Su asfixia azul.
The best blog ever! :)